
Un espacio intermediario entre el trabajo y el ocio, así se podría definir La Bulle Bleu, organización francesa nacida en 2012 en Montpellier por iniciativa de dos asociaciones de teatro. Su propuesta fundamental es cuidar y formar personas discapacitadas para facilitar su inclusión en el mercado de trabajo. Se encuadra así entre los Etablissement et service d’aide par le travail (ESAT), una línea del estado francés para garantizar la participación laboral de personas con diversidad funcional y su autonomía en la generación de renta.
La Bulle Bleu, entre tanto, es uno de los pocos ESAT en Francia que actúan a través de la cultura. Los participantes son formados como técnicos y actores de teatro por un conjunto de profesionales de distintas compañías – que, al contrario de otras ESAT, vienen hasta el espacio de La Bulle Bleu para dar sus clases, como apunta François Pontailler (Responsable por la Compañía y la Programación). La entrada en el mercado a partir del arte abre un espacio para que sujetos marcados por deficiencias puedan vivir creativamente sus diferencias – aspecto importante para comprender el impacto de la iniciativa en la formación humana y laboral.
Sin embargo, para fincarse como ESAT cultural son necesarias otras estrategias. Antes de todo, La Bulle Bleu tuvo que instalarse en un sitio junto a otra ESAT (no cultural) y ofrecer otras actividades. Además de constituirse en un pre-requisito impuesto por el Estado, esto facilita su sobrevivencia ya que el costo fijo de la estructura es compartido y otros frentes son desarrollados. Situada en un espacio amplio, la inversión en un restaurante y un bar despuntó como una salida para atender a la exigencia de pulverización de actividades, que se muestra importante para la salud financiera de La Bulle Bleu. También los participantes se benefician de éstas entradas, alzando la posibilidad de capacitación como cocineros y camareros – a parte el acceso gratuito a buenas refacciones y espacios de convivencia. Al lado de éstas frentes, el aprendizaje de jardinería es conducido, uniendo la necesidad de cuidar de la naturaleza que circunda el espació además de ofrecer una formación a los participantes.
La organización cuenta, así, con aporte relevante del estado francés – que adentra no solamente a partir del Ministerio del Trabajo en la línea de los ESAT, sino también de departamentos regionales que se prestan a la cultura y a la salud. A pesar de eso, no se queda totalmente dependiente de la ayuda pública: a parte los aportes venidos del restaurante y del bar, venden los espectáculos que producen y alquilan su espacio a compañías de teatro locales. Los atendidos por la Bulle Bleu también generan sueldo desempeñando el trabajo de cursos de teatro en escuelas de la región – François reconoce en la función de educadores sociales una apertura importante para su inserción laboral que empieza a mostrar tendencia.
Otra tendencia percibida por François está en el reciente movimiento de organizaciones intitulado Tiers-lieux. Desarollado por militantes, squatters e artistas como estratégia para responder a la crisis económica – profundizada por la pandemia – los Tiers-lieux no siguen un modelo encerrado, según François, ya que emergen justamente del concepto de open source, en afinación con el paradigma de lo procomún. Unas de sus marcas está en la ocupación de fábricas abandonadas y en la experimentación de distintos modos de trabajo y de vida a partir de la hibridización de actividades y del co-working. “La Bulle Bleu debe ser una de las primeras formas de ESAT Tiers-lieux”, afirma François con ojos de esperanza.
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