
Organización sin ánimo de lucro creada en 2015 a partir de un proyecto concedido por la Fundación Gulbenkian, Rádio Miúdos nació del deseo de Veronica Milagres, profesora de primaria y cantante lírica, de dar literalmente voz a los niños. La percepción de que la escuela ofrece pocas oportunidades para la autoexpresión creativa de las visiones del mundo de los alumnos, llevó a la formulación de una emisora de radio producida íntegramente por niños. Guiados por un grupo de educadores populares del sector cultural, en Radio Kids, son los pequeños los técnicos, programadores y locutores de los programas.
La financiación obtenida a través de la Fundación Gulbenkian, no permitió más que la creación y el mantenimiento de un estudio casero y el ensayo práctico de las ideas que, hasta entonces, habían movilizado a Veronica y a sus socios – entre los que destaca a João Pedro, productor de la Radio. Esta experiencia les lleva a entrar en las líneas de apoyo de Innovación Social que empezaba a ofrecer de forma pionera el Estado portugués. Combinando fondos públicos europeos, con la subvención del gobierno y aporte de inversores privados o públicos, la Parceria para o Impacto posibilitó la continuidad y la estructuración de la organización. Veronica Milagres enfatiza la oportunidad ofrecida por éste modelo de financiación para experimentar nuevos formatos de intervención – la falla y los imprevistos son aquí bien comprendidos, y con ellos la imposibilidad de llegar a las metas inicialmente dibujadas, una vez que el enfoque recae justamente sobre la promoción de innovación.
A pesar de haberse configurado una puerta importante para la solidificación de la Rádio Miúdos – contratación de colaboradores, alquiler de un espacio de oficina, etc -, Veronica plantea que tiene sus límites para hacer que las organizaciones crezcan. Aunque trabaje con aporte directo a fondo perdido, invierte solamente en proyectos – no en la organización – y cabe al proponente encontrar el inversor externo, así como adelantar los gastos a cada etapa del trabajo. Por un lado hay que saber mensurar y comprobar sus impactos sociales al público destinatario – o, de preferencia, lograr encuadrarse como una organización de utilidad pública, un paso que ahora da la Radio Miudos – y, de otra, traer de antemano suficiente capital de giro para viabilizar los recursos necesarios a la realización de cada fase del proyecto.
Tales condiciones llevarán la Radio Miudos a buscar otras fuentes, en especial la prestación de servicios de formación y creación de radios con/para los niños. Entre sus clientes, escuelas, asociaciones, empresas, departamentos públicos cuyas demandas están afinadas a los impactos sociales buscados por la Radio Miudos. En este punto cabe relevar que una de las luchas destacadas por Veronica está en afirmarse en el mercado como organización pequeña y cuyo trabajo es históricamente visto no más que algo “mimoso”. Probar la importancia de la educación por el arte y la cultura figura, por lo tanto, entre las batallas llevadas a cabo en la trayectoria de la Radio. Hoy ya no es tan difícil enfrentarla, la organización muestra sus impactos sobre todo en el desarrollo de competencias cruciales a los niños de hoy – autoconfianza para expresar sus ideas e escuchar la de los otros, y percepción crítica sobre lo que consumen y lo que dicen en espacios públicos – y conquistó referencia en el sector.
La entrada de recursos a través de la prestación de servicios fue, así mismo, fundamental para el salto financiero de la organización, aunque no haya dejado de seguir – y ampliar – las captaciones junto a fondos públicos. Con la pandemia, estos se hicieron imprescindibles para la sobrevivencia de la Radio Miúdos ya que la interrupción de las actividades presenciales prácticamente han hecho inviable la ejecución de los servicios. Veronica plantea, entre tanto, hasta qué punto los recursos públicos no deberían destinarse exclusivamente al atendimiento de comunidades y públicos sin recursos para contratar servicios culturales. En su reflexión ofrece otras pistas para una transformación hacía la mayor sostenibilidad del sector: la obligación legal de las empresas para subvencionar en actividades culturales a sus trabajadores – lo que abriría el mercado a las organizaciones culturales; el fornecimento de formación a los gestores culturales; el abono de impuestos sobre la contratación de trabajadores a depender del tamaño de cada organización; y el desarrollo de modelos de organización asentados en el concepto de empresas sociales, en las cuales el lucro es permitido pero debe ser invertido en la propia organización.
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