Roskilde Festival

Nacido hace más de 50 años en el marco del Festival de Woodstock por iniciativa de dos jóvenes daneses aún en la escuela, Roskilde Festival es hoy el evento musical más relevante de Dinamarca. A pesar de haber salido con un público de 15 mil personas en el primer año hacia los 130 mil, su filosofía inicial todavía se mantiene y orienta las estrategias de supervivencia de la organización. En ésta filosofía, la lógica de trabajar juntos y hacerlo con vistas al desarrollo colectivo es fundamental. Así que Roskilde no es solamente un festival de música sino también – y quizás sobre todo – un gran polo fomentador de transformaciones sociales. 

La colaboración con asociaciones, escuelas y clubes de deporte de diferentes regiones de Dinamarca permite, al mismo tiempo, poner de pie la estructura del Festival y mantener la estructura de las organizaciones. A cambio del trabajo voluntario de los jóvenes que integran dichas asociaciones se producen recursos para sostenerse – sea a través de la generación de ingresos a partir de actividades protagonizadas por los chavales durante el evento, sea por la donación directa de parte del lucro del Festival a ellos, o mismo compartiendo estrategias de gestión. Por otro lado, ésta red se firma como un soporte para que el Festival no sea algo tan caro de viabilizar. Con 30 mil voluntarios actuando a cada año consigue manos para arreglar todas los muchos frentes que exigen el Festival, percibe Dorthe Olesen, vice-directora de Roskilde en los últimos 3 años. 

Dorthe percibe también que la entrada de recursos externos deben ser muy bien pensadas para que la organización no pierda su autonomía. En éste sentido no habla de patrocinio, mecenazgo o apadrinamiento al tratar de los recursos que no les llegan por las taquillas. La Carlsberg, por ejemplo, fábrica danesa de cervezas, es actualmente una de las principales colaboradoras de Roskilde, pero sus aportes no van directamente para producir el Festival sino para apoyar los proyectos sociales a él vinculados. No vamos atrás de patrocínio, afirma Dorthe, simplemente buscamos trabajar juntos con organizaciones alineadas a nuestros propósitos.

Igualmente no busca recursos públicos – nunca tuvimos ningún soporte del estado, cuenta Dorthe y plantea que tal vez por eso Roskilde pueda ser un caso atractivo para éste estudio. Así como rechazan la dependencia de organizaciones privadas, las públicas tampoco son bienvenidas, pues te someten a los ditames de cada gobierno. Al fin y al cabo, la lógica es la misma. Durante la crisis del coronavirus, entre tanto, no hubo Festival por 2 años (2020-2021) y el aporte ofrecido por el estado fue ineditamente interesante – o inevitable.    

Hasta ahora, los 100 mil pagantes por edición anual al lado de los 30 mil voluntarios garantizan la larga vida de Roskilde. Con todo, aunque los resultados de los impactos sociales generados por la activación de la red de colaboradores sean acompañados de cerca y atesten la continuidad de la filosofía que hizo nacer el Festival, asegurar un tan grande grupo de voluntarios muestra el desafío de los últimos años. La gente está quedando más individualista, analiza Dorthe. Sin duda, el futuro de iniciativas como el Roskilde está atrapado en la capacidad de expansión del paradigma neoliberal en los cuerpos y mentes de las nuevas generaciones. 

Más información:

https://www.roskilde-festival.dk/da/

Corto documental independiente: https://youtu.be/AYao7zUKVtA 

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